
Pobre Anselma perdió su bicicleta, era color verde cielo, como su mar, ya no podía ir al parque de corales, ni visitar los barcos náufrago de más allá del abismo, ya no podía competir con sus amigos el salmón Andrés y la estrella de mar Luisa, ahora estaba triste en un rincón de su cuarto llorando amargas lágrimas saladas.
Pero una sorpresa le esperaba a Anselma, el día de Reyes despertó con su amargura, y nadando tristemente se dirigió a la plaza del fondo donde toda su familia se reunía ese día, alguien grito: ¡¡¡¡¡Anselma, ven aquí!!!!!!; entre un grupito de sardinas mayores ocultaban un gran bulto tapado con algas. Anselma nado lentamente, y con una de sus aletas levanto un trozo de alga:
¡¡¡¡¡Sorpresa!!!!!; gritaron todos, un precioso caballito de mar salio dando saltitos de su envoltura; y cabalgando, cabalgando por las corrientes marinas se fue Anselma muuuuy feliz con su gran regalo de Reyes.