Me fui a tu lado de la cama,
como si al
aferrarme a las sábanas
volvieras
por un instante,
respiré tu
olor con tanta fuerza
que me
quede apenas sin aliento,
y ahí me
mantuve,
acurrucada
en una arruga del colchón
con el
rostro hundido en la almohada.
Y volvías a
mi cuerpo medio en sueños,
encerrándome
en tus brazos tan tuya
y olvidando
cada segundo de soledad.
El vacío me
devolvió al mundo,
ni olor, ni
abrazo, ni nada
Ni tú.
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