se asoma la luna,
me sonríe cual niña traviesa
con su blanca inocencia.
Está la noche de dulces estrellas
y unicornios,
de recuerdos en blanco y negro,
de olvidos y futuros.
El viento azota las ramas del tiempo
y silva melodías pasadas,
me siento en el regazo de la nostalgia
donde me encuentro las verdades a medias,
un sollozo que llega tarde a la vida,
una sonrisa que se quedó al filo del dolor.
Por esa esquinita me mira la luna,
y yo la miro como la primera vez que la vi,
como la primera vez que amé.