8 mar 2020

Barrio


Tracé una línea imaginaria con mis dedos,
un camino hasta tu puerta,
yo aún no lo sabía,
la vida me llevó hasta ti y nunca es tarde.

Paseo por tus calles como si fueran mías,
porque en el fondo son mías, de mi corazón,
te he vivido sin saberlo en mañanas de domingo por tus plazuelas,
te he sentido en mi sangre cuando te tenía lejos.

Al mirar sus ojos veo niñez, un patio de vecinos, una calle donde jugaban a la rueda y compraban bocadillos de zurrapa.
Qué pobres y que ricos a la vez por tus rincones llenos de historia.

Vuelvo a mirar y me emociono, mercaillo, chanquetitos fritos, la Plaza los Carros, el Kilo.
Jueves Santo en la bodega esperando Montesión, los Armaos en Santa Marina,
mañana de Viernes Santo calentitos en la Puerta Osario, la Macarena en Feria.

Me despierto y te veo, viejita, deshojada, despojada de mil colores, ¿qué te hizo el tiempo?
A veces te miro como si no te conociera pero tú a mi sí, y me das ese atardecer que nunca espero, y me llevas a sitios que no me canso de ver.

Hay un lugar del que somos y otro en el que vivimos, y yo soy de tus adoquines desgastados, de tus estrecheces, de tu muralla y tus faroles encendidos.

Hay una puerta donde se para el tiempo y vuelvo a ti.






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