2 sept 2016
Mudá
Que solita te has quedado
cuando apagaron las luces,
ya no brilla tu ornacina,
mi virgencita cara de niña
con tu vestido de hebrea,
pareces salir andando
y bajar de tu altar
para abrazar a tu hijo.
Que silencio os aguarda
tras los rezos dormidos de los hermanos,
para preparar el recuerdo de un sufrimiento,
de tus lágrimas de cristal, de sus espinas.
Que solitos estáis en la paz de la noche
esperando el tiempo que viene,
la pasión convertida en fiesta,
el fervor del pueblo que añora
el vaivén de las velas,
el temblor de tu rostro,
la bondad de tu hijo.
Que solitos os dejo
con mi corazón levantado,
con mi humilde fe recién estrenada,
y el alma llena de Esperanza.
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