Me has mirado sin verme,
olvidando que un día hubo una guerra
en la que yo luchaba sola
contra un enemigo imposible.
Vienes como triunfante,
como si todo hubiera sido un mal sueño,
como si yo fuera un juguete antiguo
que se rompió de darle cuerda.
Ahora me enseñas un ensayo de ti,
de un tú disfrazado de promesa
pisoteando las migajas de mi dolor.
Crees entonces que es fácil
saltar a la soledad sin red,
rezar sola en un rincón
esperando que alguien lo entienda.
Y ahora qué...
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