creíamos que las risas eran eternas y no nos preocupaba el abismo.
Ahora sabemos que somos tiempo y que las risas hay que buscarlas,
un momento es una vida,
un segundo vale tanto.
El tiempo es caro y ya no se regala en cualquier esquina,
aprendimos a querer las locuras,
soñamos con ser felices.
Somos un simulacro de lo que un día quisimos ser,
somos lo que merecemos y lo que en realidad queremos.
Entonces éramos jóvenes pero la felicidad nos venía grande.
Hoy todo es más sencillo.
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