De repente la vida te desnuda,
te deja sola y a oscuras con una vela sin pabilo,
el mapa de los días en blanco y un vacio en el estómago,
como esas mariposas del amor pero sin él.
Entonces toca levantar la cabeza y sacar el traje de no va a poder conmigo,
aunque tropieces una y otra vez, pero al final,
cuando crees que ya te rompes los dientes contra el suelo,
apoyas las dos manos y te pones en pie.
No vine a rendirme,
ni a mojar con mis lágrimas el futuro,
no vine a dejar los brazos caidos y el alma rota.
Vine a vivir con todas las ganas,
a aprender del error y a equivocarme mil veces.
A dar amor y a recibirlo,
a renacer como Fénix las veces que haga falta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario