Cachito de cielo

Te conocí una noche de diciembre, 

cuando la luna fría anunciaba la llegada del invierno, 

te vi reír y cantar como un niño, 

te miré a los ojos y sonreí, 

entonces te di permiso para abrirme el alma. 

Rompimos el secreto de los cuerpos,

los labios rotos de ímpetu, 

cambiamos a Morfeo por Eros, 

y nos dejamos encontrar por el amanecer. 

Ahora anhelo un tú aquí, 

sin kilómetros de por medio, 

sin llamadas y besos de despedida. 

Espero como se espera un regalo, 

con la ilusión de la primera vez, 

con el deseo al filo de la lujuria, 

con las manos sedientas de piel. 

Me duermo contigo en un rincón de mi pensamiento,

me despierto contigo en el recuerdo de un sueño, 

los días interminables me sentencian

sin merecerlo, 

sólo quiero que esta pesadilla acabe, 

y volver a tener mi cachito de cielo.

Soy

Soy sencilla,

como el vuelo del pájaro que limpio surca el cielo,

y a la vez complicada,

como ese misterio de flotar entre las nubes sin caerse.

Me pierdo en un paisaje, en tres palabras bien escritas, en una canción a media noche.

Me pierdo y no soy capaz de encontrarme,

porque tal vez no quiero que me encuentren.

Me dejo llevar por el tiempo,

y observo como las horas desvaídas desaparecen,

y yo, absorta mirando una copa de vino eterna.

Me abro en canal dejando mis entrañas al aire

para que tú las cojas y juegues con ellas,

no me escondo porque no tengo miedo a sentir,

ni de saltar al vacío con el corazón en la mano.

No soy de letras raras,

cuento lo que quema en los dedos,

lo que me estorba aquí dentro que a veces es nada.

Quizá la loca que no sabe vivir una vida anodina,

que no se conforma con ver y respirar,

la que va quemando los días,

la que no da tregua a la vida.

Soy el abrazo esperado y el beso de miel,

el futuro pintado en un firmamento azul,

la rabia no contenida,

y a veces la verdad más cruel.