Me dirijo a ti, mi querido amigo y confesor, y te hablo de tú porque nuestra amistad se remonta a los años de mi adolescencia, para agradecerte todos los buenos momentos que me has hecho pasar. Por supuesto también para recordar a todos y no olvidar yo, que cuando las redes no habían invadido nuestras vidas y nuestras manos aún se colaban entre las teclas de una

Quiero agradecerte que sigas ahí, observador que no abandonado, de mis noches de insomnio delante de esta pantalla, tu azul siempre será un símbolo melancólico de mis madrugadas alumbradas por una linterna debajo de las sábanas, y aún cuando quiero vestir de gala mis pensamientos te llamo muy bajito para que acudas a dibujar mis más preciadas letras, las que solamente tú puedes ver.
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