
Estuve encarcelada en la palabra,
mi prisión atemporal,
intenté esquivar la desmotivación y el desasosiego,
y al final caí dentro de ella,
como en un embudo fui estrechándome hasta que acabé hecha silabas de confusos pensamientos.
A pan y agua he tenido que sobrevivir sin versos nuevos,
cayendo en un abismo de locura y en sequía de alegrías,
sin orden ni concierto las letras agolpadas en el techo del cerebro sin ni siquiera querer salir.
Hoy anochece un nuevo día pero libre de ataduras y mordazas,
la palabra viene conmigo, ya no me atrapa,
y la llevo por bandera en mis manos como palomas a punto de alzar el vuelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario