Son pequeñas pero con dedos largos,
las uñas de vez en cuando tambien largas
y cuando me siento bien, pintadas de rojo o marrón chocolate,
son mis manos, pero podrían ser las de cualquier mujer incluso las de cualquier hombre.

No quiero hablar de mis manos porque las conozco bien,
se lo que son capaces de hacer y a veces deshacer;
quiero hablar de unas manos pequeñas y rechonchas,
que apenas atinan a agarrar algo
y se aferran a mi dedo como si se les fuera la vida en ello.
Estas manos tienen unos dedos endebles y rositas que se pasan el día manchados de babas y restos de leche,
y se cierran cuando duerme en un gesto tan tierno que dan ganas de comérselas a bocados.
Son como mis manos hace años,
inocentes y tan cerca de la vida que da miedo tocarlas,
agarra el biberón con un gesto de propiedad semejante al de un tesoro,
aunque demuestra que es capaz aun no puede sujetarlo,
pero sí tira suavemente del cabello suelto de su madre haciéndolo suyo.
A veces me basta con poner una de estas manitas en mi cara para sentirme llena ,
porque son sencillas, inconscientes y sinceras,
y en ellas se encuentra toda la paz que no hay en el mundo.
Para Manuel.(el peque de la familia)
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