
Me he levantado hoy como en uno de esos días en que todo da igual, hasta el azul del cielo me parece menos azul, tal vez por mi incesante necesidad de salir de este tedio insulso que me atrapa, hoy no es el día.
Estás más nervioso que cualquier mañana o a mi me lo parece, otra vez mi falta de paciencia, vas corriendo de lado a lado de la casa, cosa un poco desesperante contando que el largo del piso no mide más de 6 metros; me miro en el espejo del cuarto de baño mientras me mordisqueas los pantalones, ¿que misterio esconderán los bajos de mis pantalones para ti?. No he querido ver esa cara, pero inevitablemente estaba ahí, certera, para decirme una vez más que con ese color que llevas no te van a mirar ni las farolas.
Salgo a la calle, no, no salgo a la calle, mejor enciendo el ordenador, quizás zambulléndome en el ciberespacio descubra algo que no hay más allá de las puertas. Evidentemente no hay nada, no esperaba más que 300 correos cadena, 100 correos publicitarios y 2 ofertas de trabajo que nada tienen que ver con lo que soy o al menos quiero ser.
Se hace tarde, tarde para todo, para la comida, para bajarte, para ducharme, para llamarle, incluso para arrepentirme de no haber hecho más cosas esta mañana. Llega él, milagrosamente el almuerzo está preparado con no se qué ingredientes que encontré en el frigorífico. Se va como llegó, con su ilusión, sus palabras, sus quejas y sus besos y... me quedo sola con mi desilusión, mi silencio, mi conformismo y mis besos.
Son las 5 de la tarde y no paro de mirar el reloj, como si de un momento a otro se fueran derretir las manecillas y pudiera inventar el tiempo a mi antojo, pero no, pasan los minutos y sigo tumbada en el sofá, aferrada a un desasosiego inútil; caigo en la cuenta de que tengo algo que hacer. Me levanto como por un resorte y caigo directamente en la bañera, me persigues, me visto, me persigues, me peino, me persigues, te encierro en la terraza, ya no me persigues más.
Voy bajando la cuesta que lleva hasta el metro, lo escucho llegar, no me lo creo, lo pierdo, voy muy justa de tiempo, como siempre en mi vida, justa para todo, por qué no haré las cosas con más tiempo, mi enemigo, quisiera pararlo un momento, andar despacio, llegar, estar tranquila, y entonces avanzar un poco, pero sin prisas; al final tanto imaginar, lo pierdo.
Soy como el conejito de Alicia en el país de las maravillas “llego tarde, llego tarde”. La música ha dejado de sonar en el mp3 pero yo ni me dado cuenta, mi mente sigue enfrascada en contar los minutos y las paradas que quedan, mientras tanto el señor que se sienta a mi lado mantiene una animada conversación acompañada de sonoras carcajadas que más que animarme me pone de los nervios, y la chica que mastica chicle apoyada en la barra del centro parece haberse olvidado que su boca se abre y cierra con un gesto exageradamente grotesco, menos mal que: “din don din próxima parada Nervión” , las luces verdes de las puertas se encienden a la izquierda? no, a la derecha, me levanto, frena bruscamente el tren y casi mastico el chicle de la chica que apoyada en la barra central al menos ya no abre la boca. Salgo, subo, subo, salgo, estoy en la acera de enfrente, casi me atropella una bicicleta , me he quedado como una boba totalmente desorientada mirando de que lado de la calle estaba y en medio del carril bici.
Tengo la boca seca, los pantalones medio caídos, el chaleco remangado, los cascos en las orejas sin sonido alguno y el bono del metro en la mano, ando como si se fuera a acabar el mundo y mi conejito de Alicia sigue ahí “llego tarde llego tarde”, miro el reloj, te odio con toda mi alma robavidas!, milagrosamente son las 18:25. Entro por las puertas del parque, niños, madres, abuelas, perros, pareciera haber llegado la primavera en vez del otoño, entro y no veo a nadie, no se donde es, a quien pregunto, miro hacia un lado y veo a una chica morena de pelo corto delgada, debe ser ella, sí, es ella, la seguimos escalera arriba, entramos, muy acogedor el sitio, poca luz eso sí; pero tengo la impresión de que hoy terminara siendo un gran día.
Bonito relato, consigues trasmitir la sensación de prisa y de agobio...sigues así ;)
ResponderEliminarLos otros relatos tambíen me han molao.